A las buenas noches, soy El Maera.
La Palanca no era una calle, amigo Sejo. La Palanca era el barrio chino de Bilbao. Era un rectángulo enorme, formado por las calles García Salazar, Las Cortes, San Francisco y Conde de Mirasol.
Fue el mejor barrio chino de España hasta mediados de los setenta. Después La Palanca cayó en el más horrible de los marasmos. Las toxicómanas, los gitanos y los camellos negros, destrozaron el lugar. El ambiente de postín se pasó a la calle General Concha, desde el inicio de la Alameda de Urquijo hasta la Plaza de Toros.
Sobre los avatares de General Concha, no me voy a extender porque ya lo he explicado en otro post, así que vuelvo a la Palanca...
La Palanca se volvió tan peligrosa, que era una ciudad sin ley. No entraba la Ertzaintza, tampoco los batasunos. La Palanca era gobernada por varios clanes gitanos y allí no entraba ni Dios. Esa sí que era una independencia de hecho y efectiva...
Como yo soy así, me gustaba pasear por allí de vez en cuando. Además, a mi cuadrilla le dio por ir a comer al Churrasco, un restaurante en Conde de Mirasol, regentado por una camareras obesas mórbidas y donde ponían unas raciones brutales. Nunca nadie tuvo cojones de comerse todo...
Pasear por esas calles era una experiencia solanesca y peligrosa, muy del gusto de mis amigos por aquél entonces. Nunca nos pasó nada, de puro milagro.
Ese ambiente puede verse en "Todo por la pasta", de Enrique Urbizu, película de los años ochenta, sobre el hampa bilbaína y rodada en La Palanca.
Cuando ya todos los garitos estaban invadidos por drogadictas y negras, con sus chulos respectivos, el último club donde se pudo entrar a tomar una copa fue "El Edén". Allí las mujeres eran jamonas y maduritas, pero limpias y con dignidad. Por cierto, en ese local transcurre gran parte de la novela "El Edén", de Asier Guezuraga. Y uno de los protagonistas, el inefable Juanito Astorqui, es real como la vida misma. Juanito es el último chirene bilbaíno, representante de una generación de castizos que tanto nos enseñaron y ya nos dejaron.
En múltiples conversaciones de café, copa y puro, los foreros veteranos nos hablaron de las glorias de la Palanca.
- "Cuando yo llegué a Bilbao en 1952, no veas como era La Palanca... me dejaba allí el jornal, con aquella gallega... cómo se llamaba... La Paqui, se llamaba la Paqui... era coja. Pero coja y todo no he visto en mi vida una mujer más guapa!"
- "Os acordáis de aquél extraño garito donde sólo había enanas?"
Y así dos mil historias más...
También he visto varios años la procesión del Nazareno, el Viernes Santo, por todas las calles de La Palanca mientras es aclamado por todas las chicas gitanas, un espectáculo digno de una película de Berlanga.
Hacía bastantes años que no pasaba por la Palanca, pero el mes pasado, pasé por allí.
Casi todos los locales estaban chapados, había muy pocas mujeres por la calle. Y habían construido varios edificios nuevos. Parece que quieren rehabilitar la zona, y hacer de la Palanca un barrio normal.
Amigo Sejo, podemos afirmar que La Palanca ya es prácticamente historia. Y en este Bilbao modernista, ya nadie sabe nada de las hazañas del ídolo de La Palanca, Martín Agüero, un muchacho de la calle San Francisco, que en los años veinte, mataba los toros con extraña perfección y al que compusieron el pasodoble más bello que jamás se ha escrito.
No me reconozco en este Bilbao fashion y de cara lavada. Aquél Bilbao de fachadas negras y con lugares tan sórdidos e inquietantes como La Palanca, era mucho más interesante y tenía mucha más percha literaria. El Bilbao chachiguay de ahora, es un lugar tan insulso como hay otros cienmil en el mundo.
No me hagáis mucho caso, últimamente no ando en mis cabales. Un saludo, señor Sejo.