“El Arquitecto"
El arquitecto o el dueño de todo esto.
Después de mi primera experiencia como Escort, tenía el regustillo, el morbo por cobrar bien, haciendo lo que te gusta. Pensaba: no está bien, acabarás enganchándote, sigue con tus pajas telefónicas, no preguntes, no investigues. Cuanto más me lo decía, menos me lo creía.
Llamé a aquel teléfono misterioso que me guardaron en el bolsillo (por si te apetece, me dijeron al oído, estamos aquí).
Llamé..., colgué..., llamé...
—¡¿Hola?!
—Sí, hola, perdón, buenas tardes, soy, soy... Paloma, estuve...
—Hola Paloma, te esperábamos. ¿Quieres trabajar?
Silencio.
—No... Sí..., no sé, ¿me pagarán?
—Ja ja ja, claro, nada es gratis Palomita pelirroja —¡¡me conocía!!
—Tengo que preguntarte, Paloma, si eres virgen de algo, sexualmente hablando, claro.
—Sí..., soy virgen anal —mentí, no sé por qué, pensé que subiría el dinero—, nunca he estado con animales —verdad—, y nunca he hecho doble penetración —verdad.
—Bien, Palomita, con estos datos, te puedo conseguir algo que te puede dar mucho dinero, ahora sólo hay que ver qué decide “El Arquitecto“ —y me colgó.
¿El arquitecto?, sonaba a secta, y me daba morbo, ¿dónde te estás metiendo Paloma? Pasaron tres, cuatro, cinco, una semana y nada, me olvidé y aliviada, pensé; era coña, tonta, esta gente se tira el pisto, pero no son reales.
Una mañana muy temprano, después de quince días, sonó mi móvil, teléfono desconocido, lo cogí.
—¿Paloma?
—¿Sí?
—No hables, escucha. Mañana a las nueve y media de la noche, sin bragas, vestido corto, tacones no cuñas, perfume caro, pelo suelto, poco maquillada, nada de labios, tómate dos copas de lo que quieras antes.
—¿Pero...?
—Calle tal, número tal, piso tal. No más preguntas. Di que eres Paloma y vienes a ver a El Arquitecto, adiós...
Llegó el día, que pasó a la noche, me vestí, dudé, y finalmente fui. Temblaba en el taxi, nervios, morbo, ¿qué estás haciendo Paloma? ¿Tienes algo que perder? ¿Y si te matan y hacen contigo una película? ¿Y si es como en Historia de O? ¿Y si, y si...?, ¡pero iba directa como un imán!
Llegué, portal normal, buena zona, llamé.
—Soy Paloma, vengo a ver a El Arquitecto.
Silencio largo.
—Pasa, bienvenida.
Subí, llamé, mucho silencio, pensé que habría una fiesta. Me recibió una mujer pequeña, morena, con sandalias rojas (sólo llevaba eso), guapa, con acento. Me besó en la boca, con un beso lleno de cariño y me dijo:
—¿Es tu primera vez aquí?
—Sí, ¿tengo que asustarme?, o sea, quiero decir, estoy asustada, todo es... raro.
Ella rio, y me dijo:
—Claro, de eso se trata, no es para tanto, pasa. Tienes que vendarte los ojos, con las nuevas lo hacemos así, pero antes, toma tu dinero, si no quedas contenta, puedes reclamar o irte y devolver, cuéntalo por favor...
Tres mil quinientos euros por dos horas. Qué bien olía ese dinero, cuántas facturas pagadas, cuántos problemas resueltos, lo cogí y pensé: ¡¡no será para tanto!!
Pasé un pasillo largo, y empecé a oír, ya que no veía, bullicio y ladrillos de perro. Llegué a una habitación y se hizo el silencio y Él, el Arquitecto, creo yo, organizó rápidamente la escena. Me agarrarón las manos y abrieron las piernas, me subieron mi vestido verde, y oí: "sólo por detrás, sólo va a ser por detrás...!", y así fue.
Dolió..., varias penetraciones anales, una detrás de otra, y sin preparación, varias corridas dentro de mi culo y en mis nalgas y sobre mi ropa. Gritos, jadeos, aplausos y finalmente llaman a Ulises (el perro). Ya le tenían cachondo. Recuerdo que me agarraba a mi bolso, cruzado a mi cuello, pensando: agárrate al dinero, no lo pierdas, porque no había disfrutado una mierda.
Y llegó Ulises, era grande, pastor alemán o algo así. Se subió encima, sus patas delanteras en mis hombros me arañaron. El Arquitecto le dijo: "cuidado, Ulises, despacio y por detrás". Lo entendió. Me penetró despacio, era viscoso, suave, distinto. Lo hacía bien. Y sin poder evitarlo, empecé a tocarme, me estaba gustando. Oía el aliento de Ulises en mi nuca, cómo iba a más, y yo con él.
Le animaban: "¡fóllatela, fóllatela...!".
Ulises dio un aullido y noté como mi culo se llenaba de algo caliente, y entonces me corrí como una loca.
Recuperado el resuello, tanto Ulises como yo, nos separamos... Hubo aplausos, jadeos y gente que pedía más. El Arquitecto dijo: "No, esto se hará a mi tiempo y como yo diga". Nadie rechistó (por algo le llamaban así, él hacía y deshacía).
Me fui a casa, agarrada a mi bolso y curiosamente pensando en Ulises y el placer que me había dado y me reí muuuuchooo. Ay Paloma, ¡¡a ver si te vas a encoñar con un perro!!
P. D.: ¡A todos los animales sexuales o no de la tierra!
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