Hola Silvia, me alegro recordarte a gente querida y buenos momentos. Por cierto, tu relato es magnífico, me ha encantado, tengo que visitar tu blog porque seguro que encuentro verdaderas joyas de la literatura íntima.
Por cierto, no lo has puesto precisamente facil, relacionar esas tres palabras en un escrito no ha sido tan sencillo como pensaba... Casi me sentía capaz de escribirte un relato de mis fantasías contigo con cualquier tema o palabra y me has demostrado que no es tan fácil, pero allá va, espero que te guste, siempre desde el cariño:
Siendo joven me enseñaron a hacer chupetones, eran los “primeros pasos” en el mundo de las relaciones eróticas. Succionando sobre la piel convertíamos un beso en una marca, un moratón. Lo cierto es que no tardé demasiado en comprender que aquellos moratones no eran el objetivo final, más bien eran justo lo que había que evitar.
Si una chica me dejaba que apoyase mis labios en su cuello, mi objetivo era succionar sin dejar huella, con eso conseguí que ellas lo percibieran con mucho más agrado, e incluso me abrieran la puerta a otras zonas de su cuerpo para que pudiera depositar en ellas mis dulces besos.
Poco a poco fui haciendo de esa técnica una obsesión, besar aplicando una suave succión, en los labios, en el cuello, los hombros, el pecho, los pezones… En estos últimos tenía que refrenar mis impulsos por succionar más fuerte, percibir cómo cambiaban de forma, de tamaño y no caer en la tentación de succionar como un bebé hambriento era muy difícil, pero conseguir hacerlo con la suavidad que me había propuesto a mí mismo solía traerme grandes recompensas de mujeres agradecidas por descubrirles los primeros placeres de la carne.
Ahora, pasado el tiempo, la técnica la he llevado a niveles de casi perfección, ya no es una obsesión, al contrario, para mí es inconsciente, pero cuando estoy en compañía de una dama es parte de mi forma de hacerle el amor, recorrer su cuerpo a besos, suaves, con pequeñas succiones que ponen su piel de gallina y van deleitando sus puntos receptores de placer. Pocas mujeres me han dicho que parase esos besos, pocas me han rechazado una vez que había empezado a besarlas, supongo que alguna puerta que no quería abrirse se abrió gracias a los besos, al menos se abrió más allá de las intenciones iniciales de la cancerbera…
Hoy te he visto llegar con tu piel bronceada por el sol, el rato que has pasado en la playa ha dado a tu piel un tono canela que me ha embelesado, tu pelo rubio resaltaba aún más bonito sobre tus hombros gracias al contraste con el suave tono moreno, tan suave que se diría que al acercarse uno a tu piel podría oler el dulce y embriagador aroma de la canela, me he acercado a besarte y no he podido evitar succionar tu aliento al dejar nuestros labios entreabiertos, me he sorprendido reteniendo tu aliento en mis pulmones, no quería dejar que se escapase ese trozo de tu alma que había entrado en mí, te he cogido de las manos y tirando ligeramente de ellas he impedido que te separases de mí alargando un poco más nuestro beso. Al separarnos he mantenido mi mano sujetando la tuya, tu pulsera Pandora, llena de juguetitos colgando, iba rozando mi mano, haciendo unas ligeras cosquillas que me mantenían en contacto con la realidad.
Así, con tu mano sujetando la mía, hemos llegado andando a mi casa, en el ascensor te he preguntado por los adornos que cuelgan de tu Pandora, me has dicho que cada uno representa y recuerda a hombres que han dejado una huella muy especial en ti, cuando salíamos del ascensor he podido observar el esplendor de tu figura, el suave tono canela de tu piel, el vestido ciñéndose a tus curvas… he decidido que yo tenía que colgar de tu pulsera, ser uno de los pocos elegidos para ese honor…
Hemos entrado en casa y te he servido una copa de champán helado, nos hemos sentado a hablar mientras nos bebíamos el champán, poco a poco hemos acercado nuestros cuerpos, pronto estábamos besándonos, en cada inspiración mezclaba tu aliento con aire fresco reteniéndola en mis pulmones, quería que te quedaras conmigo, dentro de mí. Deslicé mis besos por tu cuello, recorriendo lentamente el camino hacia tu escote, sin prisa, deleitándome en cada beso, succionando muy suavemente tu piel, absorbiendo tu sabor he llegado a tu pecho, lo he descubierto y he dejado que mis labios obrasen su magia provocando que tus pezones cambiasen de tamaño y dureza entre mis labios, succionando suave, despacio, percibiendo la tensión del placer en tu cuerpo.
Tras un rato deleitándome con el sabor y textura de tu pecho he recorrido tu abdomen con breves besos, mis labios apoyándose cerca de tu ombligo, ligera succión, y breve desplazamiento para alcanzar un nuevo punto donde depositar otro beso, recorrer tu piel de esta forma me hace sentir un placer infinito.
Sigo avanzando lentamente mi recorrido, estas tumbada sobre el sofá, he ido bajando tu vestido a medida que mis besos bajaban por tu cuerpo, estoy besando la línea superior de tu braguita, la desplazo hacia abajo y descubro tu pubis, listo para recibir mis besos, tu respiración es muy relajada, tus ojos suavemente cerrados, estás concentrada, sintiendo el placer de mis besos acariciando tu cuerpo, he seguido bajando, estoy besando la zona entre tus labios vaginales, están húmedos, abiertos, asoma tu clítoris mientras mis besos siguen dejándose sentir en la zona entre la ingle y los labios, pasando de uno a otro lentamente, cada beso hace que te estremezcas, cada beso te acerca lentamente al clímax, deposito mis labios alrededor de tu clítoris, succiono tan suave que casi no lo percibes, sigo dando besos sin moverme, los besos son más intensos cada vez, pero siguen siendo muy suaves, tiernos, poco a poco la zona está cada vez más mojada, poco a poco tus gemidos son más audibles, tu cuerpo se arquea, sigo besando tu clítoris que me busca, queriendo que este momento no acabe, estás derritiéndote de placer, lento, suave, pero intenso, tu cuerpo sólo siente a través de tu clítoris, pero lo está sintiendo todo, tus manos se acercan a mi cabeza, se apoyan en ella y me sujetan sin fuerza, no quieres que pare, no quieres que nada cambie, yo ni lo intento, quiero seguir así, sintiendo como te entregas al placer más potente, te dejas llevar, te deshaces en un orgasmo super intenso que me moja por completo, en ese momento dejo de besar tu clítoris, apoyo mis labios en tu pubis y dejo que poco a poco vayas recuperando la calma.
Pasado un rato, con tu respiración más pausada, me acerco a tu cara, veo como abres los ojos, te percibo como volviendo de un viaje a otro mundo, estás totalmente relajada, te doy un beso en los labios, suave, siento todo tu placer al entregarme tu aliento, entonces me abrazas y me besas con fuerza, con pasión, te aprietas contra mi cuerpo a la vez que sueltas una risa de felicidad. Definitivamente tendré un hueco en tu Pandora, por lo menos voy a luchar por ello.
Un besazo, hasta siempre en mis fantasías, hasta pronto en tu gabinete de motivación