Llevaba algunos meses sin acudir al centro de Eva y para remediarlo, me puse en contacto y me atendió la nueva chica que han contratado como secretaria: Sara, que amablemente me explica los distintos masajes, tiempos y pecios de cada uno de ellos y me da una cita.
Una vez en el piso, me recibe Eva y Sara, tras una breve charla, me invitan a ducharme.
Una vez en la sala de masajes, Eva te pide que te tumbes bocabajo y te comenta como va a ir todo el masaje y empieza a poner en práctica su bien hacer, aprendido y mejorado durante años. Recorre cada parte de tu cuerpo: espalda, piernas, brazos, nuca, cuello. Cuando me pide que me de la vuelta, continua ofreciendo un masaje de primera calidad, hasta que llega la terminación, su famoso limgan, una técnica que ella domina como nadie: bajando y subiendo el ritmo, acariciando la parte de arriba, la base, parando, aumentando la velocidad, etc.
En más de una ocasión parecía que iba a llegar al orgasmo, pero ella lo frena y lo retarda, varias veces, y llegó un momento que hay que pedirle por favor, que siga hasta el final.
Después del orgasmo, la paz y relajación a la que había llegado, pocas veces la he conseguido, y siempre ha sido en su gabinete. Con estas técnicas el placer y la intensidad del mismo, son más duradera y potente que haciendo el acto sexual.
Eva, por su forma de trabajar y profesionalidad con diferencia, para mí, y seguro que para muchos más ya, que por ejemplo, no es fácil pedir una cita, es la mejor de su gabinete de masajes.
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